– Ojalá llegue el día que todo sea perfecto – me decía.
Y así me encontré años, pensando en lo maravilloso que sería que el universo me sonriera, mirándome a los ojos y mostrándome lo que siempre soñé. Sin embargo la vida no está hecha para disfrutarla, esta diseñada al detalle para que cada aspiración que uno tenga pase de largo en aquella estación, delante de tus ojos, para que tengas que salir tu corriendo, detrás de ese convoy de vagones.
No, no está hecha para disfrutarla, la vida se lucha. Hay quien la combate con un gran sprint final, los hay que se trabajan una carrera de fondo, lo único cierto es que hay que correrla, batallarla cada día, sin conformarse con lo que uno posee pero no le hace sentir vivo, buscando lo que nos asusta pero que queremos.
– Nunca llegará el día que todo sea perfecto – pensé – pero hay que seguir de manera que, si la muerte nos encuentra, nos atrape viviendo.
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¿Qué gracia tiene lo fácil? Quizá la vida ya es perfecta siendo así, sin más.
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Al final lo que nos hace sentir más satisfechos son aquellas cosas que más trabajo nos han costado. Gracias por comentar!
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A por ello…
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Gracias por pasarte por aquí Ander 🙂
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La vida es un reto diario y creo que fácil, nosotros la hacemos difícil con nuestras intransigencias y falta de armonia.
Un cordial saludo
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